Muchas veces a lo largo de mi vida, he experimentado el miedo a enojarme.
Parece ser, que en algún momento interpreté el enojo como algo malo, no aceptado socialmente, o porque el enojo es el preludio de la violencia.
Y supongo que como tenía ese pensamiento, cada vez que manifestaba mi enojo éste salía con mucha fuerza y bueno, así terminé perdiendo amistades de años, relaciones familiares desgastadas, relaciones laborales fracturadas.
Entonces, si yo me portaba bien entre comillas, es decir, siempre de buen ánimo, servicial, sonriente todo el tiempo, fingiendo siempre que todo estaba super bien, (eso sí a costa de mi enojo interno) la vida se mostraba supuestamente mejor.
Y en la nueva era (espiritualidad) la invitación era también a darte cuenta de que el enojo es una baja vibración que te alejaba de la divinidad.
Hoy en día y después de haber identificado a la víctima que habita en mí, hay días en que me permito sin pudor reconocerme enojona y también algo rabiosa y no pasa nada, estoy mucho más tranquila ahora que no lo reprimo, si al final del día van quedando las personas que me aceptan con mis días buenos y los no tanto. Y reconocer que enojarse es parte de la vida.
Pero esta vez tengo la certeza de que estoy conmigo misma, y que para mí es más saludable mostrarme desde la honestidad que desde un personaje reprimido y culposo.
Soy parte de una generación reprimida en las emociones, educada desde la ignorancia de estas. Sin embargo, decido hacerme cargo y educarme respecto de este vacío. Las emociones son solo información que me permiten ir al encuentro de mi mundo interno.
Mis hijos pequeños que han tenido acceso a esta educación desde siempre me observan a veces con asombro y otras no entendiendo por qué a su mamá le toma un poco más de tiempo gestionarlas e identificarlas. Ya saben que al menos en este aspecto yo soy la analfabeta. Pero obvio desde el mundo de los niños para ellos es natural, no es una competencia.
Y confieso que tengo la esperanza que no formaré parte de ese discurso que tantas veces escuché de los adultos cuando era niña: “A nosotros nadie nos enseñó a ser padres»
Yo diré: que estoy con entusiasmo educándome para poder ser un mejor ser humano, y también la mejor madre que yo misma me permita ser.
¡Bienvenida la libertad de caminar con el poder de dejarme Ser!
By Anónimo Ego (A.E)
María José Tardón García
Humana en cuerpo de mujer tratando de experimentar el Ser
Espejos y Fractales del Alma
@efdalma
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