Es muy fácil perdernos u olvidar lo que es importante, ¡Parece una ironía! Pero es así.
Es como respirar, sabemos que es lo fundamental en nuestras vidas, sin embargo gran parte del día lo olvidamos, hasta que algo nos recuerda que somos responsables de respirar, y pareciera que ese aire intencionado se siente mejor…
Con nuestra vida pasa lo mismo, la vivimos y sólo tomamos consciencia real de ella cuando algo nos detiene, algo que podría ser agradable o no tan agradable.
Cuando miramos la naturaleza podemos observar como se mueve en sus ciclos, como cambia con la temperatura, como todo interactua de manera natural. Hoy observé mi jardín bañado por la escarcha, en modo congelado, y me pregunté ¿Cómo se sentirían las plantas, los árboles o el pasto? Me pregunté si ¿todos ellos se realizan las mismas preguntas que yo?.
Porque cuando algo me ha hecho sentir congelada, algo en mí me dice que luche, pero y ¿si pudiera sólo esperar y confiar? Porque finalmente para mi jardín el sol salió de todas maneras… y si no sucede entonces la naturaleza espera, baja sus revoluciones, duerme… Así mismo, pude ver cómo mí impaciencia me juega malas pasadas, porque fuerzo a mi cuerpo a creer que yo tengo el control de todo cuanto acontece y finalmente me rindo a la verdad: El sol saldrá igual, ¿cuándo? no lo sé, pero sí confío tal vez disponga mi energía, mi biología, mi corazón, donde debe y no donde yo deseo.
María José Tardón García (A.E)